Una de las personas con la que discutía uno de estos temas me hizo una pregunta...
Y mientras trataba de organizar mi opinión alrededor del uso de la palabra “Gamer” me comencé a dar cuenta de todo lo que conlleva esta etiqueta. Comencé a recordar viejos diálogos y opiniones, algunos emitidos en épocas más sencillas y menos tumultuosas para los videojugadores, otros en medio de una “guerra”, pensé en cómo hemos cambiado con la evolución del medio desde la época en que era considerado universalmente como un juguete más hasta convertirse en una empresa multimillonaria y un hobby multitudinario. Era imposible compilar todas estas ideas en unos simples tweets, así que comencé a escribir y escribir y escribir sobre esto... Puede que ustedes ya estén familiarizados con los aspectos básicos de la “controversia” alrededor del uso de la palabra o las subdivisiones de esta, pero por favor sigan leyendo, que aunque voy a tratar estos temas, planeo ir mucho más a profundidad.
Yo soy “Gamer”. He jugado videojuegos desde que tengo memoria, he poseído al menos una consola de cada generación desde la era del NES hasta la pasada. Amo los videojuegos, los considero un medio artístico y tengo mi casa llena de figuras de acción de personajes de videojuegos (y de cine, y de comics, y de tv...), de libros y revistas sobre videojuegos (y sobre cine, y sobre comics, sobre tv...) y por si fuera poco he dedicado buena parte de mi tiempo a escribir artículos de opinión y análisis sobre videojuegos en este mismo blog... de eso se trata ser gamer cierto? de que los videojuegos sean una parte importante de tu vida, no?
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No imagino mi vida sis ustedes chicos! |
No, no necesariamente.
Verán tenemos un problema muy pero muy obvio con el término gamer, y es que traducido literalmente significa simplemente “jugador”, y un jugador puede ser cualquier persona que juegue un videojuego. Al amigo del tweet de arriba le molesta que las personas que juegan Candy Crush digan que son gamers, sin embargo lo son, caben perfectamente en la descripción de la palabra en tanto que Candy Crush (o Angry Birds o cualquiera que sea el malvado juego movil de moda) es un juego y esta persona lo está jugando. Esa persona es una jugadora, es una “gamer”. Es más, si nos ponemos quisquillosos podemos decir que las personas que juegan juegos de mesa también serían gamers, hasta los jugadores de cartas también serían gamers, no?
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LOL I’M SUCH A GAMER |
Entonces surgió la división. Se comenzó a llamar a los jugadores de juegos móviles o de juegos sencillos para “pasar el rato” como “Casual Gamers” (videojugadores casuales), una descripción que me parecía bastante apropiada, ya que no todos aquellos que disfrutan de los videojuegos deben hacer de ello un hobby o un estilo de vida. La contraparte serían los “Hardcore Gamers”, personas que se dedican a juegos “más profundos”: shooters, aventuras, RPGs, etc. Esta clasificación es demasiado básica y limitada pero hubiera funcionado bien de no ser porque prácticamente de inmediato se desató un absurdo elitismo basado en lo que había que jugar o la consola que había que tener para ser un Hardcore Gamer a la vez que se despreciaba e insultaba a los Casuals por “no ser verdaderos gamers”. No se te podía ocurrir mencionar en algún lado que tenías un Nintendo Wii, un Nintendo DS o que disfrutabas jugar Angry Birds porque de inmediato eras acusado de ser un filthy casual... y los casual no son verdaderos gamers, eso dicen.
Sobra decir que todo esto se me hace absolutamente absurdo. Yo, por ejemplo, no calificaba para ser “hardcore” ya que entonces las principales publicaciones de videojuegos usaban este término solo para referirse a jugadores de Call of Duty o Gears of War, los juegos de moda. Alguien escribió alguna vez sobre la estupidez de dividir a los gamers por los juegos que jugaban, sobre todo porque ”se puede jugar Dark Souls de una forma casual y se puede jugar Candy Crush de una forma hardcore”
Miremos el ejemplo del cine, a las personas que van al cine se les llama en inglés movie-goers (literalmente, “que van al cine”, no creo que haya una traducción apropiada al español), y lo son tanto si van a ver películas de cine arte como si van a ver las superproducciones de mitad de año; tanto si solo van a ver películas estúpidas de robots extraterrestres gigantes basados en juguetes como si solo van a los ciclos de Michaelangelo Antonini e Ingmar Bergman. Decir que alguien no lo es por sus preferencias o gustos cinematográficos es tan absurdo como dejar de llamar jugador / gamer a quien juega videojuegos de puzzle o party games o a quien juega en un Nintendo Wii o un teléfono celular.
Entonces, por qué tanto problema en aceptar que los videojugadores casuales son, de hecho, videojugadores o “gamers”?
Para muchos videojugadores la palabra “Gamer” no es simplemente un término que los identifica como practicantes de un hobby, es parte de su identidad. Para ellos su amor o interés por los videojuegos es algo que los define y los hace parte de algo diferente. Por eso algunos se molestan al darse cuenta que la palabra que sienten que los identifica se use para referirse a personas para las que esto no es una parte tan importante de sus vidas o que juegan videojuegos que ellos consideran “menores”, o peor, que no son realmente videojuegos. Este “elitismo” existe practicamente en todas las comunidades que se forman alrededor de una afición, incluso me tocó alguna vez participar en una discusión en que fanáticos de las obras de Alan Moore usaban a Watchmen y V For Vendetta como ejemplos para menospreciar los principales comics de superheroes de DC o Marvel... y aún así nunca dijeron que los fanáticos de Batman o Spider-man no fueran “verdaderos lectores de comics”.
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Filthy casual |
Entonces el problema se limita a una palabra? básicamente si. Muchos comentaristas en las publicaciones más famosas o estrellas de YouTube han propuesto nuevos términos para referirse a los “verdaderos aficionados” (incluyendo gamephile o juegófilo, pero no es lo mismo), pero ninguna ha tenido éxito, y es que la identidad de “Gamer” prácticamente se ha vuelto un asunto de honor para aquellos que se apropian de ella y ya está arraigada en la cultura.
Esto ha generado algunos fenómenos interesantes. Por ejemplo, muchos jugadores rechazan activamente la etiqueta de “gamer” sin que por ello dejen de jugar videojuegos, incluso Nintendo llegó a publicitar su Nintendo 3DS a jugadores no-gamers (si, es un oxímoron, lo se), otros como yo llegamos a rechazarla porque no éramos jugadores de
Call of Duty o los juegos más asociados con ella, o peor aún,
porque no queríamos que se nos asociara con los terribles casos de acoso y amenazas a mujeres dentro de la industria, con lo ofensivas que pueden llegar a ser las experiencias multiplayer en línea o con movimientos como “gamergate”.
Sin embargo, por más que algunos rechacen este calificativo (o por más que algunos quieran que otros dejen de usarlo), siguen siendo gamers, ya que asociaciones como
THEESA usan la palabra Gamer para referirse a todo aquel que juega videojuegos (del tipo que sea, en la plataforma que sea y del género que sean) en sus reportes oficiales.
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(El comercial de "I'm not a gamer" de Nintendo desapareció de la red tras el OBVIO backlash que tuvo) |
Con esa determinación no se ganó solo la batalla, se ganó la guerra, sin embargo esto volvió paranoica a la comunidad gamer, quedando temerosa de la crítica y la influencia externa. Por ejemplo el rechazo que ha tenido la nueva ola de análisis político, filosófico y social del medio (encabezado por la crítica feminista Anita Saarkesian). La razón es que se cree erróneamente que este tipo de análisis pretende censurar ciertos elementos de los juegos (y aunque fuera cierto, que no lo es, la determinación de la corte no lo permite). Algo similar es la increíble cantidad de gamers que no quiere que juegos como Dear Esther (un juego en que uno camina por una extraña isla mientras el personaje recuerda las consecuencia de un accidente automovilístico) o Gone Home (en que se explora una mansión para descubrir la historia de amor de la hermana de la protagonista con otra chica) sean considerados juegos, redefiniendo la palabra y exigiendo que las publicaciones de videojuegos no los cubran y se invente otra palabra para describirlos.
El sentido de apropiación en todos los aspectos del mundo geek siempre ha sido alto, y la gente que se enoja cuando un crítico cualquiera da una nota negativa a un juego, película o comic que a ellos les gusta (o han decidido que les va a gustar) o da una positiva a uno que no les gusta (o han decidido que no les va a gustar) corren rios de insultos y amenazas. Pero la situación se ha descontrolado en los últimos meses, en los que incluso hay campañas de desprestigio y saboteos muy bien organizados, como contra Polygon por darle una nota más baja de lo esperado a
Bayonetta 2 en la que el crítico consideraba que la sexualización del personaje lastimaba el juego (una opinión y crítica perfectamente respetable aunque no la comparta) o contra Gamasutra porque una columnista escribió un artículo titulado “
Los Gamers están acabados”. El artículo era enfocado a los desarrolladores y planteaba que los autodenominados gamers no son los únicos que juegan videojuegos, como ya vimos, pero se lo tomaron personal y ademas de amenazar a la escritora lograron que uno de los auspiciadores del sitio lo abandonara, demostrando una absoluta falta de respeto por la opinión ajena.
Parece que no se dan cuenta del mal tan terrible que esta obsesión está haciendo a la industria. Este desmesurado interés en mantener el status-quo es el que tiene al mercado manejando presupuestos hinchados e irreales, al mundo mirando a los gamers con malos ojos a causa de las terribles noticias recientes, a las compañías despidiendo cientos de empleados cada día, a sobrevivir a punta de sacar y sacar secuelas de las mismas tres franquicias. Juegos como estos que tantos detestan considerar juegos están aportando aire fresco a este mundillo, traen nuevo talento y aportan mucha variedad. Así como en el cine conviven el llamado cine-arte de directores como Jim Jarmusch o Michael Haneke con los blockbusters de superheroes y las comedias románticas, estos experimentos que tratan narrativas o sistemas novedosos pueden convivir con los shooters militares del alto presupuesto y las fantasías historicas de memoria genética. Decir que porque en algunos de estos no se pueda “perder” o no tengan un nivel de “reto” no son juegos es como decir que una película en blanco y negro o de más de 90 minutos no es una verdadera película.
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Aparentemente, Animal Crossing tampoco es un videojuego |
YA que mencionamos de nuevo el cine, aquí si existe un calificativo para ciertos tipo de aficionado al cine:
Cinéfilos. Los cinéfilos son aquellos que no simplemente amamos el cine, sino que somos apasionados en nuestra apreciación de las películas, que las criticamos y estudiamos para entender su relación con el mundo y la sociedad. En el pasado fueron esta clase de personas las que elevaron este entretenimiento al nivel de arte y algo que muchos “gamers” queremos es que los videojuegos también sean considerados de la misma forma, y razones no nos faltan! este medio ha demostrado que puede ser mucho más que simples batallas de saltos y disparos: los videojuegos han explorado
filosofías y
religiones, con ellos hemos aprendido de mitología e historia, nos han hecho llorar, asustar y pensar, no solo nos hacen pasar un rato entretenido, son mucho más que eso. Por eso tenemos que dejar de temer a este tipo de análisis y crítica. Bienvenidos juegos como
Spec-Ops The Line o
This War of Mine que
exploran el lado más terrible de la guerra, bienvenidos críticos como Anita Saarkesian que los miran desde una perspectiva de género, bienvenidos los que creen que Bayonetta es un gran personaje femenino y bienvenido los que creen que esta exageradamente sexualizada porque eso enriquece el debate (y bienvenidos los que creen ambas cosas), bienvenidos también los que solo juegan un rato mientras esperan el bus, los que solo juegan
Threes, los fans de
Call of Duty y de
Angry Birds, los que juegan profesionalmente
League of Legends y los que se trasnocharon superando su propio record en
Jetpack Joyride, porque quieran o no,
todos somos gamers.